Cuando empecé a planear la reforma de mi vivienda, supe que los detalles serían los que le darían vida al proyecto, y no me equivoqué. En concreto, me fascinó la idea de trabajar los recercados Pontevedra, una técnica que en esta provincia he visto transformar espacios comunes en algo con personalidad propia. Estos acabados alrededor de puertas, ventanas y esquinas no son solo un capricho estético; son el toque que une todo, haciendo que una simple pared pase de ser funcional a ser un lienzo con carácter. Mi experiencia me ha enseñado que elegir bien estos elementos es clave para que el resultado final tenga alma.
Los recercados ofrecen una oportunidad única para jugar con texturas y colores, algo que descubrí al explorar opciones para mi casa. Opté por un marco de piedra en tonos neutros alrededor de las ventanas, porque quería que resaltaran sin competir con el blanco suave de las paredes. La piedra, con su acabado irregular, aporta una calidez que contrasta con la limpieza de las líneas modernas que buscaba, y el resultado es una fachada que invita a mirar dos veces. En el interior, preferí madera pintada en un gris apagado para los contornos de las puertas, un detalle que añade profundidad sin sobrecargar el espacio. Esta mezcla de materiales me permitió crear una armonía que refleja mi gusto sin caer en excesos.
Elegir los colores adecuados fue un proceso que disfruté más de lo que esperaba, porque cada tono cambia la percepción del ambiente. Para las zonas exteriores, me incliné por mantener la paleta sobria, con grises y beiges que se funden con el paisaje gallego, pero en el interior me atreví con un azul tenue en los recercados del salón, un guiño al mar que está tan cerca. El truco, según me explicó el decorador, está en que los acabados no peleen con el resto del diseño; deben complementar, no dominar. Así, los contornos se convierten en un marco que guía la vista sin robarse el protagonismo, algo que he visto funcionar maravillosamente en casas renovadas de la zona.
El diseño de estos detalles también requiere pensar en cómo se integran con la estructura existente, y ahí es donde mi paciencia se puso a prueba. Para las ventanas, elegí recercados ligeramente sobresalientes que crean un efecto de sombra sutil, dándole dimensión a la fachada sin necesidad de adornos recargados. En las esquinas interiores, opté por molduras simples pero elegantes, que suavizan las líneas rectas y hacen que las habitaciones se sientan más acogedoras. Trabajar con un carpintero local me ayudó a personalizar cada pieza, asegurándome de que encajaran perfectamente con las proporciones de la casa, un esfuerzo que valió la pena cuando vi cómo todo cobraba vida.
A medida que el proyecto avanzaba, me di cuenta de que los recercados Pontevedra son más que un detalle decorativo; son una forma de contar una historia a través del espacio. Comparado con las reformas que dejan las paredes desnudas, estos acabados añaden una capa de sofisticación que transforma la experiencia de habitar el lugar. Cada vez que entro y veo cómo los contornos enmarcan las vistas o definen los rincones, siento que he dado con una fórmula que equilibra funcionalidad y belleza, haciendo de mi hogar un reflejo de lo que esta provincia tiene para ofrecer.