Si acudes a consumir mariscos a un restaurante que no sea una cetárea o que no tenga grandes peceras propias lo más probable es que acabes degustando mariscos congelados para hosteleria. Pero ¿es esto algo malo? No, lo cierto es que, si los congelados son buenos, no tienen porqué suponer un problema de calidad ni de sabor.
El marisco fresco tiene un sabor particular algo mejor que el congelado, pero lo cierto es que solo aquellos paladares más experimentados son capaces de diferenciarlo. Para la mayoría de la gente, que no son grandes especialistas en mariscos, la diferencia no es muy grande.
Dicen los que entienden que la textura de la carne también es mejor en el marisco fresco, pero nuevamente entramos en diferencias sutiles que no son apreciables por todo el mundo. Para la mayoría, la carne del marisco no presentará alteraciones tras haber sido congelada.
Entre las ventajas del producto congelado está el precio, ya que el marisco congelado tiene precios estables durante todo el año. No hay que pagar más por comer un marisco cuando no está en su momento más fuerte y tampoco hay que limitarse a los meses en los que ese marisco se recoge para poder saborearlo.
El comer o no marisco solo va a depender de tener ganas de este cuando hablamos de un producto congelado. Para el restaurante, también supone una gran ventaja ya que usará la cantidad que necesite, pero puede tener un gran stock y siempre podrá tener una carta fija sin variaciones en el precio. Esto no quita que, a mayores, pueda añadir mariscos frescos en determinados momentos del año.
El único problema que hay con el marisco congelado y que sí es importante es que debido precisamente a que mucha gente no nota la diferencia, algunos restaurantes podrían verse tentados de vender un producto congelado haciéndolo pasar por uno fresco. ¿Es algo que ocurre frecuentemente?
Realmente, no es algo especialmente habitual ya que, si dieran con una sola persona que pudiera ver la diferencia, lo cual no sería raro a lo largo de los días, podrían acabar con una demanda que les saldría bastante cara.
En la gran mayoría de los restaurantes, si preguntas el origen del marisco te lo van a decir sin problemas porque saben que ofrecer este producto congelado es sinónimo de calidad y de garantía de un buen precio.