Cuando nos hablan de aumentar la ingesta de fibra en la dieta inmediatamente pensamos en los famosos cereales de salvado que, para la mayoría, sin idénticos a comer cartón. Pero la fibra está presente en muchos alimentos, tanto de forma natural como añadida, que son bastante más sabrosos y fáciles de tomar.
La leche fibra es un buen ejemplo de este tipo de alimentos con fibra añadida que nos facilitan mucho las cosas para alcanzar las cantidades diarias recomendadas. Tomando un poco de pan integral y dos vasos de esta leche cada día no tendremos problemas en alcanzar las cantidades marcadas para que nuestro intestino trabaje correctamente.
Además de los cereales son muchos los alimentos que tienen fibra, aunque en cantidades menores. Las legumbres, las verduras y las frutas son las que más suelen contener por eso, dentro de una dieta sana y variada, es fácil alcanzar los niveles recomendados los cuales tampoco son muy altos ya que con poca cantidad de fibra al día se pueden disfrutar todos sus beneficios.
Los frutos secos son una buena fuente de fibra, pero también tienen muchas calorías por lo que hay que consumirlos con bastante moderación. Las alcachofas tienen una gran cantidad de fibra así como las frutas desecadas.
Los productos a base de harinas refinadas no son nada recomendables ya que tienen una gran cantidad de calorías y no contienen fibra ya que la cáscara del grano que es la que realmente contiene la fibra. Lo mismo ocurre con el arroz blanco, siendo preferible el arroz integral que tiene el grano completo.
El cuerpo no asimila la mayor parte de la fibra que entra en el organismo por lo que esta es eliminada mediante las heces. Sin embargo, en su recorrido intestinal puede llevar a cabo una función de arrastre que ayuda a limpiar y a combatir el estreñimiento. Algunos tipos de fibras solubles atrapan líquidos e incluso algunas grasas ayudando a eliminar los líquidos acumulados o incluso contribuyendo a perder peso.
Si se exceden las cantidades recomendadas de fibra al día lo habitual es que se eliminen con las heces sin más problemas, pero en personas sensibles puede ser causa de gases, de diarreas o de otras molestias intestinales, por lo que si no se consume habitualmente debe de añadirse a la dieta de manera gradual para que el cuerpo se acostumbre y para que pueda irse asimilando poco a poco.