Uno de los platos estrella de la gastronomía gallega es el pulpo a la feria o como se le conoce fuera de galicia “pulpo a la gallega”. Creo que no conozco a nadie al que no le haya gustado el pulpo a la feria, pero el mayor problema que tiene el pulpo es que es bastante caro y un platito pequeño puede llegar a valer algo más de diez euros. Hace unos años iba a tomar pulpo a un bar con mi equipo de fútbol sala y allí siempre tenían un pulpo buenísimo porque tenían un distribuidor de cefalopodos congelados para hosteleria, pero por desgracia ese bar ha cerrado hace ya algún tiempo. Hoy en día uno de mis hermanos vive muy cerca de ese bar y fue él el que me dijo que el bar había cerrado y a el y a su mujer les gusta ir a otro bar a cenar muy cerca del que os hablaba antes en el que creo que también preparan un pulpo a la feria muy bueno.
Por desgracia el pulpo está bastante caro y aunque quieras comprar uno en el supermercado para poder hacerte el pulpo en casa no siempre se puede y es casi un lujo poder comprarte un pulpo pequeño para poder degustar en casa, aunque soy el primero en reconocer que el pulpo de los bares es mucho mejor del que se come en casa, tiene otro sabor diferente. Y no digo nada del pulpo que se le compra a las pulpeiras en las ferias, porque no hay otro pulpo mejor, ya que estas señoras tienen mucha experiencia en cocinar este cefalópodo que está tan bueno. Recuerdo cuando habían venido de intercambio unos alumnos americanos a mi instituto y que un fin de semana les habíamos llevado a comer por ahí y cuando les pusieron el pulpo delante casi ninguno de ellos se atrevía a probarlo de primeras y cuando el más atrevido se atrevió a probarlo le encantó y esa fue la señal para que el resto se decidiese a probarlo y he de decir que a todos les encantó aunque la primera impresión no fuese la esperada.