El carnaval de Venecia

Siempre me ha gustado el carnaval, eso de disfrazarse y perder un poco la vergüenza durante unas horas. En España, los carnavales tienen bastante tradición, sobre todo en el sur o en las Canarias. Pero existe un carnaval en Europa que, dicen, es diferente a todo: el de Venecia. Cuando compramos los billetes para ir a Venecia tengo que decir que ni siquiera sabía que era carnaval, me di cuenta después.

El invierno no es la mejor época para conocer Venecia, por el frío y la niebla, pero febrero es, por el contrario, uno de los meses en los que menos llueve: así te evitas el riesgo de acqua alta. Pero eso sí, hay que abrigarse bien. A los pocos días de comprar los billetes de avión, caí en la cuenta del carnaval: estaríamos en Venecia justo en los últimos días de la fiesta. Y entonces empecé a maquinar mi plan carnavalesco.

En un principio mi mujer no estaba muy por la labor, pero, poco a poco, la fui convenciendo. Mi idea era ir disfrazados, pero intercambiando los papeles: ella iría de hombre y yo de mujer. Uno de los problemas era el calzado de mujer, cómo me desenvolvería con los zapatos de tacón, pero no sería la primera vez que me disfrazaba de mujer en un carnaval, y seguro que no será la última. Aunque no voy del todo fino con zapatos de tacón, yo creo que con vestido y todo no se iba a notar.

Mi mujer y yo tenemos una altura parecida, así que por ese lado tampoco habría problemas. De todas formas, si queríamos hacerlo bien yo había pensado en alquilar los trajes por internet o, al menos, tener apalabrados los trajes antes de llegar: una vez allí nos iba a llevar demasiado tiempo localizar unos trajes adecuados. Obviamente, debíamos probarlos primero, pero todo fue mejor de lo esperado. El calzado de mujer me iba perfecto pero el traje me quedaba un poco regular en algunas partes: los de la tienda de disfraces fueron muy comprensivos, se ve que no éramos la primera pareja que jugaba a ese “juego”.