Conocí a la banda porque se habían pasado por el estudio de donde trabajé un tiempo. Era un grupo con cierta repercusión por aquella época y el propietario del estudio, mi jefe, los recibió como ‘estrellas’. Y aunque a la hora de grabar se comportaron de forma bastante profesional, en los tiempos muertos hacían un poco de ‘rockstars’, algo que yo pensé que estaba pasado de moda, pero para ellos, por lo visto, no.
Unos meses después me llegó la oferta. Mi jefe me ofreció a ir como ingeniero de sonido en la mini gira que iba a hacer el grupo por España. Eran quince días, con 10 bolos. Al principio dudé por lo que había visto del grupo en el estudio, pero luego acepté ya que nunca había estado de ingeniero principal de sonido en directo.
Tras el primer concierto, llegaron los problemas. Para la prueba de sonido del día siguiente, no había grupo. El manager me dijo que el bajista estaba indispuesto. Me acerqué al autobús del grupo y el tipo estaba casi delirando. Bebía mucho y aquella noche se había pasado más de lo habitual. Y estábamos a principio de la gira. Cuando un par de horas después recuperó un poco la normalidad, se echó a llorar pidiendo perdón. Hablaba de los tipos de cancer de higado y que tenía miedo a morir: una cosa de locos.
Tras terminar con la prueba de sonido cinco horas después de lo organizado en un principio, coincidí con el bajista en la cena anterior al concierto. Me dio un poco de apuro después de lo que había visto, pero él ya estaba recuperado. Se puso a hablar conmigo con normalidad de temas intrascendentes pero después se puso serio con lo de sus ‘aficiones’. No quería que me llevara una mala impresión por ser el nuevo. Me dijo que estaba pasando una mala racha y que le estaban haciendo pruebas por lo los tipos de cancer de higado. Que quería dejar de beber pero que de gira no podía dejarlo.
No volví a trabajar con ellos, pero por mi jefe supe que tras aquella gira, el grupo lo dejó una temporada para que el bajista se recuperara de sus problemas y, por lo que oí, lo logró.