Los niños crecen y sus pies también. El gasto en zapatillas y zapatos para los más pequeños puede ser un dolor para los padres, pero tampoco van a ir descalzos, ¿no? Y por experiencia propia puedo certificar la importancia que tiene el calzado en los niños. A menudo, comparamos el precio de un zapato de niño con uno de adulto y nos preguntamos cómo es posible que valga tanto en comparación, como si el precio se midiese por la cantidad de material que se usa en su confección. A menos material, menos coste, ¿no? Influye, es cierto, pero es un elemento de menor importancia de lo que parece.
Recientemente buscábamos unas zapatillas tipo deportivas para el niño que incluyeran ya cordon de algodon, pese a que él ha estado acostumbrado hasta ahora al velcro. Queríamos probar para ver qué tal se desenvolvía con unas zapas de “adulto”. Como no nos decidíamos entre dos modelos al final acabamos comprando los dos: ambos con cordones, pero unas de ellas de firma reconocida y otras de “marca blanca”.
Para un niño que está constantemente de aquí para allá saltando y dando vueltas al aire, el pie es muy importante. Pero lo más peques no suele decir eso de “este zapato me molesta”: ellos siguen y siguen hasta que no aguantan más. Nosotros no nos percatamos de que las zapatillas le molestaban hasta que se le hizo una herida en uno de los pies. Con las otras zapatillas, sin embargo, todo bien.
No quiero decir con esto que a la hora de buscar unas zapatillas con cordón de algodón haya que comprar solo marcas caras, sino que los padres deben vigilar muy bien este aspecto y no fiarse solo del precio. Cuando el niño era más pequeño, nosotros siempre comprábamos la misma marca, una que nos habían recomendado aunque era un poco cara. Y siempre nos fue bien. Pero después también compramos algún que otro zapato más barato y no hubo problemas. Digamos que fue un caso aislado. Y ‘duele’ en la cartera que las zapatillas de los niños duren tan poco… pero los peques las queman bien quemadas, eso también.