Tengo un gran amigo que lleva muchos años trabajando en el sector de la telefonía. Empezó cuando el móvil todavía era un objeto de uso residual, el peso de sus baterías y la falta de infraestructura provocaba que quedara relegado a teléfonos de emergencias y cosas de ese tipo.
Fue él el primero que empezó a desvelarme que aquello era el futuro. Así que, gracias a él, yo siempre he estado bastante adelantado en el uso de móviles. Cuando me hice con mi primer Nokia 8210 me animó a contratar seguro movil. Se adelantó a los acontecimientos porque no tardé en perderlo.
Fue el primero de muchos móviles perdidos o sustraídos. Tras ese Nokia me mantuve fiel a la empresa finlandesa durante bastantes años. Por aquellos tiempos, Nokia era lo más de lo más, y yo era un fan total. Pero todos acaban perdidos en el limbo de los móviles. Y es que durante mucho tiempo me empeñé en guardar los terminales en los bolsillos de las chaquetas y no en los pantalones. Siempre decía que me molestaba llevar peso en los pantalones, y sigue siendo así. Y hay que tener en cuenta que aquellos primeros móviles pesaban lo suyo.
Luego se puso de moda que el móvil era mejor cuanto más pequeño (cómo cambian los tiempos). Yo llevé durante una temporada un Sony Ericsson diminuto. Pero, a pesar de que el peso de aquel terminal era tipo pluma, yo seguía guardándolos en las chaquetas. Y otro móvil al limbo.
Mi amigo insistía en contratar seguro movil y, por fin, le hice caso. Fue con mi primer smartphone, un Samsung Galaxy SII. Ahora parece el pleistoceno de los móviles, pero aquel terminal me fascinó y rindió muy bien durante un tiempo. Las leyes de Murphy son así y aquel móvil nunca fue perdido ni robado, simplemente lo cambié.
Curiosamente, el móvil que más tiempo me ha durado ha sido el actual. Llevo casi 3 años con él y sin intención de cambiar. He dejado de estar a la moda, pero también he dejado de perder móviles. Ahora, por fin, los guardo en el bolsillo del pantalón.