Mi mujer ha cambiado bastante en los últimos años en algunos aspectos y la mayoría para bien. Espero que ella diga lo mismo de mí… Creo que uno de los grandes problemas de las relaciones es cuando se intenta cambiar al otro. Lo veo continuamente en esos programas de citas, sobre todo en personas que ya han tenido otras relaciones y están un poco “quemadas”. Quieren esto, lo otro y lo de más allá “porque no están para perder el tiempo”. Parece que buscan un producto en vez de una persona.
La cuestión es que mi mujer siempre ha sido una hipocondríaca. Desde el momento que me di cuenta (segunda o tercera cita) traté de ser comprensivo porque todos tenemos nuestras debilidades. Su madre acababa de tener tumor de pecho y aunque todo fue bien, sin duda, la dejó marcada. Y a partir de ahí, según me comentó años después, empezó a generar más ansiedad con respecto a las enfermedades.
Recuerdo que no quería que le echaran hielo en la bebida por si se ponía mala de la garganta. Y al menor síntoma ya quería antibióticos. Algunas cosas me hacían gracia, pero luego tenía otras más problemáticas. Se empezó a obsesionar con lo del tumor de pecho de su madre y que ella lo iba a tener. Y es que algunos cánceres son potencialmente hereditarios y, en ese sentido, sí que hay que tener muchas precauciones.
Así que fui con ella a hacer un análisis genético para descartar algunas opciones. El análisis fue bien y, poco a poco, ella ha ido tomándose las cosas de otra manera. Ya hace más de 15 años que su madre superó la enfermedad y está muy bien de salud y creo que eso también la ha animado mucho.
Y ahora, de vez en cuando, hasta toma bebidas con algún hielo: no con todos, pero sí con uno… También el hecho de tener un hijo “ayuda” a los hipocondriacos porque dejas de preocuparte por ti mismo y pasas a preocuparte por los peques que, sobre todo cuando son pequeños, siempre tienen muchos problemillas de salud.