Sé que lo importante del viaje no es el destino, sino embarcarse en un viaje, como diría el sabio, pero por alguna razón que tal vez debería explicar un psicólogo los viajes más largos y, a priori, complicados son los que realmente me motivan. Supongo que está relacionado con salir de la rutina, y si no voy un poco lejos, no tengo esa sensación de ‘huida’. Pero en breve espero volver a sentirlo con un gran viaje.
Además, será un viaje ‘doble’ en el que tendremos que coger varios vuelos, que a mí no me cuesta, al contrario, me gusta. Seguro que, si fuera por trabajo o lo tuviera que hacer todos los meses, acabaría harto, pero siendo por ocio, me gusta. Primero iremos a Barcelona a una boda. Hace mucho que no vamos a esa ciudad y nos apetece. Y después cogeremos un vuelo desde El Prat a Copenhague para después enlazar con Islas Feroe, nuestro destino final.
La cuestión es que hemos estado dudando si ir a Barcelona en avión o en coche. Como vamos muy cargados valoramos la opción de ir en coche y dejarlo en un parking low cost del aeropuerto de Barcelona. Al tener que llevar ropa ‘especial’ para la boda nos ocupa mucho. Y después la ropa para Islas Feroe también ocupa porque allí hará bastante frío. Entonces no nos apetece mucho cargar con las maletas grandes por Barcelona y pensamos dejarlas en consigna en el aeropuerto, o tal vez algún amigo nos las guarde en su casa un par de días.
De cualquier forma, la opción de ir en coche hasta Barcelona, aunque son varias horas, nos parece la mejor, sobre todo si encontramos un parking low cost del aeropuerto de Barcelona. Luego a la vuelta quizás también lo agradezcamos al no tener que coger otro vuelo desde Barcelona a casa y quizás hagamos otra noche extra en la ciudad para descansar y luego hacer la kilometrada hasta casa. Lo único es el precio de la gasolina que, como sigamos así, nos quedaremos tirados a mitad de camino.