¿Qué cosas odiamos de las ciudades y cuáles nos enamoran?

Una de las cosas que más nos gustan de las ciudades es la vida que tienen. Una gran ciudad nos permite disfrutar de un montón de opciones a la hora de buscar entretenimiento, desde teatro o cine hasta todo tipo de hostelería. Este es uno de los grandes alicientes de las ciudades, las posibilidades de ocio que nos ofrecen.

A cambio, una de las cosas que odiamos son las dificultades para trasladarnos por las ciudades. No es posible encontrar aparcamiento casi en ningún lado. Incluso en ciudades no excesivamente grandes, ya se nota este problema. Por eso, en lugar de buscar aparcamiento en Sintra lo normal ya es acudir a un parking de pago. Y este es solo un ejemplo de lo que sucede prácticamente en todas las ciudades.

Otra de las cosas que nos encanta en las ciudades es la posibilidad de realizar todo tipo de compras. En las ciudades están las grandes cadenas, pero también tiendas muy exclusivas e incluso, si sabes encontrarlos, pequeños comercios con auténticas joyas. Irse de compras a una gran ciudad nos permite encontrar absolutamente todo lo que estamos buscando sin tener que recurrir a las tiendas a las que va todo el mundo, logrando así vestir con un estilo más personal y exclusivo.

A cambio, tendremos que encontrar una gran cantidad de gente en todos estos locales de tiendas, hasta el punto de que podemos pasarnos más tiempo esperando el turno para hablar con un dependiente o para pagar un artículo que lo que nos lleva elegir aquellas cosas que queremos comprar. Además, en algunos casos puede resultar complicado hasta entrar en los establecimientos, si acudimos a comprar en periodos como Navidad o rebajas, cuando todo el mundo quiere hacer sus compras.

La oferta cultural de las ciudades es otro de sus fuertes atractivos. Se pueden ver los mejores conciertos, a las mejores compañías de teatro o acudir a los museos más prestigiosos, que suelen estar en las capitales o en ciudades muy importantes. Tanto es así, que mucha gente viaja exclusivamente con fines culturales.

Pero la cruz está en los altísimos precios que se pagan por algunos espectáculos. Los conciertos de las estrellas más internacionales pueden llegar a costar un auténtico dineral y a esto hay que añadirle el viaje y el quedarse en un hotel, lo que hace que sea todo un lujo acceder a algunos tipos de cultura.